Así, los parlamentarios se encontrarán con que sus equipos bajo Windows, que probablemente son los únicos que la mayoría de ellos han utilizado en toda su vida, serán sustituidos por equipos con Linux, medida con la que se espera ahorrar unos tres millones de euros.
Para Pietro Folena, presidente de la Comisión Parlamentaria de Cultura, esta medida representa una “pequeña revolución cultural” puesto que, más allá del ahorro, utilizar Linux significa aceptar el desafío de la tecnología informática abierta que proviene de un sistema al que contribuyen constantemente usuarios de todo el mundo, libre de ataduras y que cada usuario puede utilizar como mejor le parezca: “un traje a medida, pero que cuesta mucho menos que uno adquirido en la tienda”, en palabras de Folena…
La medida recién adoptada culmina en realidad un largo proceso que algunos han denominado una “revolución italiana contra la supremacía de Microsoft”. De hecho, en el año 2000, Franco Bassanini, ministro de Administraciones Públicas, ya recibió una carta abierta, firmada por más de un millar de altos funcionarios, académicos y organizaciones de consumidores que consideraban excesiva la dependencia de Microsoft de la administración italiana.
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